martes, 25 de septiembre de 2007

Amor caco

Mi habitación tenía una puerta que daba a la calle. La puerta, del lado de afuera, tenía un escalón. Una noche se sentó allí una pareja. Hablaban, se decían cosas lindas, discutían, jugaban, se reían. Todo se escuchaba como si estuvieran dentro de mi casa. Sin embargo, lo destacable era la manera de hablar de ambos: modismos y latiguillos propios de vestuario de hombres, de cancha o de cárcel. El amor caco es tierno a pesar suyo.

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