jueves, 19 de julio de 2007

El Nombre

El Chato Maresca es un amigo de Pepe que tiene muy mala suerte. En su honor, fuimos reemplazando las expresiones “qué yeta” o “qué mala leche” por “qué chato”. Del mismo modo “ser un chato” significa ir por la vida cagándosela a los demás, fruto del halo de desgracia que te acompaña y que transmitís a tu entorno.

Luego, uno advierte que muchos chatos han tenido suficiente mala suerte como para matarse ellos mismos. En parte, eso libera al mundo de su obra siniestra. Pero quienes más nos preocupan son los chatos vivos. Es a ellos a quienes rendimos homenaje en el título de nuestra banda. La traducción al inglés “Living Chatos” se hizo para darle más status.

Lo de “Flaming” fue arbitrario. Surgió de un boliche en el cual el barman te daba cualquier trago prendido fuego. Al principio decías “un satanás prendido fuego, tiene lógica”. Después veías un séptimo regimiento prendido fuego, vaya y pase. Pero cuando me dio el gin tonic en llamas comprendí que se trataba de una estrategia mayor. La misma actitud hemos tenido con la banda y la hemos prendido fuego porque sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El chato vivo prendido fuego es el colmo de la desgrtacia. Primero, porque está vivo, segundo, porque no logra morir. Pero intuyo una siniestra satisfacción en el fondo de su alma.Un íntimo placer siente el chato en el pavor que le provoca estar viviendo en la carne las mismísimas llamas del infierno.